lunes, 13 de octubre de 2008

Metabolismo zombie

En primer lugar, debemos recordar cual es el estado físico de un zombie: un zombie está muerto. Como ya hemos dicho anteriormente, uno de los efectos del virus en el ser humano es la muerte. Es por esto por lo que todo cadáver ambulante es eso: un cadáver, y como tal, ha pasado por las fases por las que pasa un humano hasta, durante y tras la muerte... bueno, hasta un máximo de una hora después de la muerte, que es cuando "despiertan". Es por esto por lo que resulta realmente extraño toparse con un zombie en avanzado estado de descomposición.

Y es que por mucho tiempo que pase, los zombies no continúan descomponiéndose. Se quedan tal y como están en el momento de su resurrección. Si se descompusiesen, probablemente bastaría con esperar unas semanas ante cualquier contingencia para que esta se solucionase sóla, cayendo por su propio peso. Resulta casi imposible que un zombie resulte destruído por causa del paso del tiempo. Es probable que sus músculos digan basta y que acabe perdiendo sus extremidades, pero la mera existencia de una cabeza intacta puede suponer un mordisco, y una cabeza no suele notar la fatiga física. No es que los zombies se cansen. Nunca se cansan. Pero sus músculos no son enternos, y padecen de nuestras mismas limitaciones, sólo que el sistema nervioso de un zombie no está preparado para decir "basta", sino para continuar activo todo el tiempo que el físico del cadáver se lo permita.

Resulta imposible determinar la hora o incluso la fecha de la "muerte" de un zombie. La medicina forense determina la hora de la muerte de un cadáver a través del examen de los insectos que se van formando en el mismo. Así, no será lo mismo toparse con larvas, que con pupas, que con moscas recién nacidas. Sin embargo, el organismo de los no muertos no alberga parásitos que se alimenten del mismo: los propios insectos rechazan a los zombies como huéspedes.

Si hay un estímulo que parezcan sentir los zombies este es el hambre. La verdad es que no se sabe si todavía sienten "hambre" como tal, o simplemente se dedican a seguir sus impulsos más primarios, que les llevan a devorar todo ser vivo que encuentren. Lo que sí se sabe es que no necesitan comer, es decir, que metabólicamente la ingesta o no de comida no les afecta en absoluto. Es habitual que, cuando se recoja para su estudio el cadáver de un zombie, éste albergue gran cantidad de comida en descomposición en su interior, comida que no ha sido digerida, y de la que sí puede determinarse la hora de la muerte. Y es que el aparato digestivo de los no muertos no funciona. Así de simple. Imaginaos una máquina trituradora de basuras atascada. Todo se va acumulando dentro. En el caso de los no muertos, el hecho de que su cuerpo no sea precisamente metálico ayuda a que esto se haga más patente. No es extraño que los zombies aparezcan con el vientre rebentado y rebosando entrañas y restos humanos, ya que sólo alguna comida cae por su propio peso a través del ano. El resto se acumula, hasta que el bajo vientre explota y desparrama su contendio sobre el suelo.

El estado de la ciencia actual aún no ha permitido averiguar qué lleva a los zombies a matar y devorar a sus presas. Lo que sí parece es que ésta es la única actividad que parecen saber realizar, y que devorar a los vivos es lo único que están programados para hacer. Nada más. Por "los vivos" debemos entender "la totalidad de los seres vivos". Los animales que viven en establos suelen ser los objetivos más claros, puede que por el olor que desprenden o por su gran tamaño, o simplemente por ser los que se encuentran más aislados de sus propietarios. Mitos como el del "chupacabras" mexicano no esconden detrás nada más que ataques de no muertos.

Los zombies son, en definitiva, organismos muertos, y como tal no conservan las funciones vitales. No sienten, no respiran, y no beben. Lo único que hacen es comer, y no lo hacen por necesidad, sino porque es lo único que saben hacer y hay algo, probablemente el virus que les ha convertido en lo que son, que les impulsa a hacerlo desesperadamente.

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